miércoles, 30 de enero de 2013

Carta de Marta Espinosa Berrocal a los bibliotecarios del palacio los serrano (Laura Castilla, Berta y David)



Publicado en Avilared el Martes, 29 de enero de 2013 

“ A medida que se va acercando la hora del cierre, más increíble me parece. Increíble que tres de las personas más competentes, sensibles y agradables del Palacio de los Serrano sean las primeras en caer con el ERE, increíble que lo único que le quedaba al palacio de “social” desaparezca, e increíble que ninguna institución pública haya sido capaz de mediar en tal atrocidad. Es cierto que no podemos culpar a los poderes públicos de todo lo que ocurre, pero en el caso de la ciudad abulense, la frontera entre el Ayuntamiento y la Caja de Ávila y sus disfraces (llámese Bankia, fundación o Palacio de los Serrano) ha sido siempre muy borrosa (basta con echar un vistazo a la nómina de sabios que componen el consejo asesor). En cualquier caso, lo cierto es que, más allá de este caciquismo que parece perdurar en sus formas más mezquinas, de nuevo han ganado la ambición personal y el sinsentido. La ambición personal de gestores que por encima de la solidaridad y el compañerismo, optan por demoler con su indiferencia lo más hermoso de la vida, el latido oculto y secreto que se encierra en los rincones de una biblioteca, con sus historias silenciosas, sus zozobras contenidas y las notas que se esconden entre sus miles de libros. Y el sinsentido de los que todo lo hacen con prisa, sin detenerse un momento a escuchar la más elemental de las lógicas, la matemática, que probablemente desdeciría sus cálculos insensatos. Sus cuentas se reducen a “echando a tres entro yo”, pero no cuentan con el coste que tuvieron todos los libros que dentro de dos días morirán entre sus muros, ni el valor económico y humano de sus despidos, ni por supuesto, la herida que dejan en la ciudad. Una herida que contribuye a cerrar aun más esa muralla de silencio e indiferencia que se ha ido formando con los años, la herida del miedo a decir, del no saber, del no compartir un café con sabor a cultura. A estas alturas, una ya ha aprendido que en estos casos de poco sirven las palabras, sobre todo para los que no leen, o no saben escucharlas. Por eso mis últimas palabras no serán de crítica, sino de agradecimiento a esos tres mosqueteros que cada día han luchado por hacer de la biblioteca de los Serrano un espacio de reflexión, investigación y lectura, lleno de la calidez y humanidad con la que han obsequiado a todos los usuarios. Laura (Castilla), David, Berta: gracias por vuestra amistad, ayuda y consejos que tanto han alentado las horas pasadas en la biblioteca. Gracias por vuestros horarios imposibles, vuestras sonrisas cómplices y tantos cafés compartidos. Os han quitado inmerecidamente vuestro medio pan, cierto, pero os lleváis nuestra gratitud y admiración, nuestro reconocimiento sincero. Podéis dejar el palacio (las ruinas del palacio) con la satisfacción de vuestro trabajo bien hecho. La ciudad de Ávila ha contraído con vosotros una deuda que no sabrá pagaros nunca, pero vuestra discreción cervantina será recompensada por la sonrisa cómplice de los que compartimos con vosotros ese espacio que algunos nunca entendieron. Gracias por vuestro esfuerzo titánico y silencioso. „

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